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Futuro y mentalidad emprendedora. Tendencias y provocaciones

Cuando pensamos en cómo puede ser el futuro, surgen diferentes temas de los cuales podemos ocuparnos. Conocer la situación actual del entorno, las tendencias, el manejo de la incertidumbre, la planificación, considerar hechos pasados y tener una consciencia y visión sistémica son algunos de los aspectos que podemos considerar.

Mucho hemos escuchado que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, pues los hechos del pasado están intrínsecamente relacionados en el inconsciente colectivo y se manifiestan en patrones de conducta individuales, familiares y sociales que si no logramos prestar atención para observarlos y aprender de ellos, seguirán ocurriendo, manteniéndonos condenados a sus efectos hasta que aprendamos para qué surgieron y qué debemos hacer con ellos.

Hemos visto cómo eventos que ocurren en otras latitudes, aparentemente no vinculados, terminan teniendo impacto insospechado en nuestras vidas. Basta pensar en el surgimiento del COVID-19 y su propagación para comprender que esto sucede aunque nos cueste creerlo y por etéreo e intangible que se nos presente en primera instancia. Lo que ocurre en un lugar y a una persona, genera una reverberación cuyos efectos no somos capaces de prever ni con los mejores modelos matemáticos y capacidad de cómputo con la que contamos actualmente.

Y justamente porque estamos todos interligados y hacemos parte de muchos sistemas y de un gran sistema universal es que tenemos la capacidad de generar nuestro impacto positivo y tenemos la posibilidad de cambiar el mundo a través del desarrollo y aplicación de nuestros talentos.

Para lograr eso, lo único que nos hace falta es trabajar en nosotros mismos. Desarrollar nuestros dones y talentos, las habilidades particulares que tenemos, buscar formas de auto-conocimiento y desarrollo individual para saber en realidad quién somos y para qué vinimos a esta tierra. Como dice el dicho, hay dos momentos importantes en la vida de una persona, el día que nace y el día que descubre para qué nació. Pero como eso no necesariamente ocurre en un abrir y cerrar de ojos, nos corresponde hacer día a día ese trabajo para poder vivir el proceso requerido para ir descubriendo ese propósito e ir trabajando en ese viaje de auto-construcción que nos lleve a desarrollar nuestro camino e ir generando impacto positivo a lo largo del mismo, con cada ve más intención y auto-empoderamiento para convertirnos en un agente de cambio poderoso.

Para ello, tenemos la posibilidad de desarrollar nuestra mentalidad emprendedora. El emprendedor es por naturaleza inconforme, buscador, creador de nuevas realidades, persistente en sus sueños, recursivo y muy resiliente para poder recibir los reveses de la vida e irlos transformando en fortalezas que le permiten continuar en su empeño. También requiere ser un gran inspirador, motivar a otros que lo acompañen, persuadir para lograr sumar voluntades, ser muy sensible a las realidades y dificultades actuales, con don de humanidad y un corazón sincero. Y estar dispuesto a convertirse en un gran vendedor, pues si no logra la venta de sus ideas y propósitos, a si mismo y a quienes haya que convencer en el camino, estará quedando sólo en potencialidad. Entonces, su capacidad de transformar el mundo sirviendo e impactando a otros a través de sus talentos y emprendimientos se mantendrían en el plano de los buenos deseos pero no tendrían tracción en el mundo físico.

Otro aspecto fundamental en el emprendedor del siglo XI y en tiempos de pandemia y post-pandemia se vincula a la responsabilidad social. Actualmente ya es inconcebible un líder empresarial o social que no actúe con base a valores éticos, con consciencia ambiental y tenga la cualidad de ser plural, inclusivo, promover la diversidad de pensamiento y convertirse en un modelo de conducta para su entorno inmediato y más allá de las fronteras de su círculo de influencia y organización.

Ese emprendedor es quien con una clara idea de lo que se propone lograr va a diseñar su futuro, incorporando hábitos y rutinas que le permitan mantenerse saludable física, mental y espiritualmente y desarrollar las capacidades que requiere para poder construir su legado. Ejercitar el músculo del pensamiento estratégico y mantener alineado su propósito de vida con el propósito de su organización y el de sus clientes, será la única forma que logre convertir clientes potenciales en fieles apóstoles que expandirán la noticia de su emprendimiento y lo positivo que es para la sociedad.

Por ultimo, además de todas esas características personales y de mentalidad, nuestro emprendedor requiere desarrollar una gran capacidad de ejecución, pues quien no realiza y concreta en acciones se queda en el plano de las ideas y dejará un potencial sin tracción. Para ello tendrá que desarrollar habilidades para alinear recursos, crear equipos de trabajo que le acompañen y sean a su vez líderes que puedan multiplicar el mensaje y hacer lo necesario para escalar e incrementar el impacto de la idea original. También requerirá hacer múltiples alianzas para poder aprovechar las oportunidades que se presenten e incluso ser capaz de generarlas a partir de los reveses que no faltarán en el camino y que le irán fortaleciendo para continuar desarrollando y creciendo en su jornada.

Este emprendedor no es un super héroe. Es una persona normal que ha sabido hacer cosas extraordinarias. Ejemplos tenemos de sobra a nuestro alrededor, desde figuras mundiales como Mandela, la Madre Teresa, Martin Luther King entre otros personajes desatacados de la historia hasta los íconos del Sillicon Valley como Bill Gates y Steve Jobs. Pero en cada país, disciplina y época encontraremos también miles de personas logrando cosas positivas y lo único que cambia es la escala de su impacto.

Los modelos están allí a nuestra disposición, podemos imitarles e incorporar algunos de los hábitos que les han llevado a incrementar su impacto. Sin embargo, recordemos que todos ellos también empezaron donde nosotros estamos, sólo que tuvieron la voluntad de persistir y continuar a pesar de las dificultades y que los reveses, aunque fuertes y dolorosos en su momento, no les hicieron flaquear sino más bien fortalecerse pues estaban movidos por una fuerza interior que fue capaz de superar sus mayores temores y trascender sus inseguridades para poder convertirse en gigantes. No necesitamos ser como esos personajes icónicos, pero sí podemos ser la mejor versión de nosotros mismos, generar impacto positivo y dejar nuestra huella en otros y en el mundo, así como algún personaje de nuestra cotidianidad la ha dejado en nosotros.

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